lunes, 30 de noviembre de 2009

Sólo busco que no lo entiendas.

Ahora no espero que nadie mencione su nombre para hablar de él, ahora lo nombro yo si quiero volver a verle en mi mente. Hace días que no me acuerdo de pronunciarlo, sirve de algo construir un muro entre tus recuerdos, luego caerán tus ruinas. He roto tus cartas, he quemado tus fotos, he perdido tu mirada, y mantengo tu olor en el fondo de mis fosas nasales. Ahora no hay te quiero, si no te quiero pero…; no hay hasta luego, si no adiós por siempre, y espero que sean como los de las películas; no hay te echo de menos, si no mejor mañana; no hay llamadas, no hay mensajes; sólo un “no quiero verte, no más”; y ahora me acuerdo de todo lo que no solías hacer. Y todo esto me alivia, no es otra metedura de pata común en mí, es para siempre, y siempre con letras mayúsculas. Te creo un funeral en vida, y eso me sacia este dolor, se acabó parecer un queso gruyer o un colador de recuerdos. Mírame, aquí estoy yo, recomponiéndome de un gran tropiezo, que mal se me da recordar sin ponerme a llorar. Lo siento, no pretendo dar lástima, ni pena, y menos a ti. Soy fuerte, lo sé, lo he sido antes, aunque nunca antes alguien como tú había llegado ha sobrepasar el muro de “prohibido pasar, zona sólo para el Amor”. Han pasado, once, diez, catorce días, y no hay nada mejor como el mar en calma, como un atardecer de otoño, como un alma sincera agarrándome ligeramente, como un amigo cálido como su propio sol, como una tarde fría de invierno en la feria. Y no hablo de ti, hablo de mí. Ya es un año. Que rápido corre el tiempo, sin embargo, yo tengo una nueva forma de contarlo, no por minutos, si no por sueños, suspiros y deseos.
¿Cuál es tu manera de contar el tiempo? o ¿el tiempo te cuenta su manera de correr?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe tus palabras secretas...